Como ya os he contado en la otra charla, decidí no subir al Maroma una vez visto este desde la llanura de Vélez-Málaga, pero si llegar hasta el pueblo y llegar hasta la zona de La Rábita y dar un garbeo por allá. Pero llegando al pueblo, en la entrad y a la izquierda, vi un letrero que indicaba “CUEVA DE LA FAJARA”, así que, dejé el coche en un parking que hay un poco más adelante. Fui a comprar material para doparme y allí me informaron sobre la cueva, decidí ir a verla.
Vuelvo sobre mis pasos y me encamino hacia el letrero. En ese punto, empieza un carril muy largo y asfaltado. Una pequeña subida. Llanear unos metros y un descenso largo y pronunciado, más tarde me tocaría subirlo. Aunque en la tienda me dijeron que podía ahorrarme algo más de un kilómetro, decidí andarlo, ¿a qué demonios he venido? Bajando, llego a una curva y en ella un letrero: “Cueva de la Fájara-400 M”. Entro en un sendero que discurre entre pinos y desciendo hacia una antigua acequia árabe por la que ahora discurre una tubería de polietileno. El sendero, estrecho pero marcado, va descendiendo rápidamente y zigzagueando por la loma, siempre entre pinos. En un momento dado, da un giro a la derecha y al fondo a nuestra izquierda, contemplamos una gran oquedad en la roca, esa no es nuestro destino. En este punto el sendero se vuelve pedregoso y se estrecha. Entraña cierto peligro, muy recomendable venir con bastones y buen calzado, pueden evitar un disgusto, pero con cierta precaución vamos bajando, Ya des aquí vemos a nuestra derecha la cueva de la Fájara ¡demonios! no pregunté por el origen del nombre. Lo haré cuando vayamos a por el Maroma. Tras llegar a la boca, rodeada de un modo chapucero por distintas alambradas, entro en ella, tiene una abertura en la alambrada. Nada más entrar, me temo que he despertado a cientos de pájaros que n ella habitan. No son golondrinas, son de color pardo y sensiblemente más pequeños. Esta boca de la cueva, no es muy profunda, unos diez metros y de altura máxima unos cuatro, descendiendo esta hacia el fondo. Hay diversos huecos y muchos huecos pequeños que supongo son los nidos de estos pájaros. A la derecha y a rás de suelo, hay un hueco de unos cuarenta centímetros de diámetro en el que se observa al a fondo una luz, parece que en el centro de este hueco, la oquedad se agranda. A la izquierda hay otro hueco un poco más grande y parece que también se agranda esta oquedad, hemos de verla con cuidado y en compañía, no quise entrar estando solo, aunque creo que no hay peligro alguno. Llevé el frontal y pude iluminar algo los huecos.
Tras este recorrido y reponer un poco de energía, me dirijo hacia la otra oquedad vista anteriormente. Tras cruzar un cauce seco, río Bermuza asciendo por la ladera, no hay sendero, pero se sube. Efectivamente, es una oquedad en la roca. Desde este punto, tomo unas fotos y tras atravesar una puerta de una alambrada, observo el paisaje y veo una acequia a mi izquierda. Descendiendo por la ladera, sin sendero alguno, llego a la acequia. Ahí decido tomar el bocadillo. En este punto, miro hacia las cumbres, cubiertas por nubes, pero entre ciertos claros, observo que suavemente se van tiñendo de blanco. En unos minutos, el tiempo del bocadillo, se han cubierto de una fina capa nival. Tras terminarlo, el bocadillo, vuelvo, por la acequia, en sentido hacia la cueva, izquierda según bajamos la ladera y a pocos metros, me encuentro, protegido por otra alambrada, pero abierta, con el lugar donde florece el río Bermuza, un lugar bonito, con aguas cristalinas. Unas fotos, rellenar la botella y al camino de nuevo. Tras un breve paseo siempre por la acequia, ahora encauzada en una tubería, llego a una casa donde un paisano me indica por donde retomar el camino a Canillas, sin seguir el carril de tierra que ellos toman. Unos metros al frente y a la izquierda está el carril. Paso por una casa en ruinas que está junto a la del paisano y observo en todo su esplendor el río Bermuza, baja con fuerza. Veo un puente de piedra y antes de atravesarlo, escucho un fuerte ruido de agua. Me dirijo hacia el origen de ese ruido y observo una magnífica poza y una cascada, en primavera y verano aliviará algunos de mis calores, seguro. Atravieso el puente y girando a la derecha, tomo un sendero que en algunos puntos está derruido por efecto de las lluvias. Tras unos minutos de camino, llego al carril que desciende desde el pueblo y que anteriormente tomé hasta el desvío del cartel. Giro a la izquierda y en lugar de subir por el carril, decido subir por el campo, pisando barro y hierba. Llego a una casa donde una de sus habitantes, ingleses, se muestra interesada en saber de donde vengo, sin ánimo de reproche, tras las oportunas aclaraciones y unas cervezas y…, entro ya en el carril. Voy subiendo, la cuesta es fuerte y me voy recreando en las vistas, algunas fotos y poco a poco llego de regreso al pueblo. Un breve tapeo por el pueblo y de regreso.
Una mañana estupenda, que se inició en compañía de Sandra, la amiga y compañera de María, meriamm. Gracias a ella, pude desayunar. Es la segunda vez que coincido con ella y la impresión es la misma que la primera, en la comida de Enero. Simpática y muy agradable, aparte de guapa. María y Sandra, como dice el refrán: “Quienes trabajan en la misma “estación”, se vuelven de la misma opinión”. Como he dicho, una mañana que empezó con unas intenciones, se cambiaron estas y mereció la pena. Un “paseo” muy bonito y para repetir.
Saludos montañeros. :O* :O* :O*
GESP (Ángel)