4.- y un texto de la Diputacion de Almeria... lo parto en dos, el foro no me deja meter mas de 20.000 caracteres en un solo post...
ESTATUA DE “LA CARIDAD”: SIMBOLISMO
EN EL PAISAJE URBANO ALMERIENSE
ANTONIO SEVILLANO MIRALLESJusto al cumplirse su 1º Centenario, la presente comunicación -Jornadas “La crisis de fin de siglo en la provincia de Almería”- ofrece una aproximación al conocimiento de la estatua de “La Caridad Universal” (coloquialmente conocida como la de la “madre con sus hijos”)
1, grupo escultórico erigido actualmente en la rambla Federico García Lorca e integrado en el paisaje urbano: estatua que sucesivas generaciones de almerienses han tenido como símbolo de una triste fecha. Las fuentes consultadas para el presente trabajo han sido, preferentemente: Libros de “Defunción” del Registro Civil, “Memoria Consuegra-Almería” y diario La Crónica Meridional.
DESASTRES NATURALES Y UNAS MÍNIMAS CONSIDERACIONESSi Almería, al igual que el resto de España, padeció los avatares sociales, militares y políticos que marcaron la archiconocida crisis finisecular, no es menos cierto que nuestra provincia, independientemente de los sucesos que desembocaron en la pérdida de las últimas colonias de Ultramar, soportó igualmente devastadores desastres naturales. Su localización geográfica, en el arco mediterráneo, le hace proclive a catástrofes atmosféricas y sísmicas: sequías pertinaces, terremotos y trágicas riadas
2. El medio físico adverso coartaba negativamente el desarrollo económico y las condiciones de habitabilidad de sus gentes. Al margen de la producción y exportación uvera, la provincia disponía de unos recursos agrarios en precario -castigados los campos por sequías persistentes y repetidas plagas de langostas procedentes del Norte de África- y una industria minera (básica fuente de riqueza) insuficientemente gestionada o en manos de capital extranjero. Añádase que se encontraba secularmente aislada del resto de España al carecer de una mínima red de comunicaciones -excepción hecha de la ruta marítima-. Todo ello dibujaba un panorama ciertamente desolador. Las capas populares, la clase trabajadora, tenía en la emigración su única vía de escape ante tamaña miseria.
NO FUE “DULCE” EL ALBOREAR DEL 11 DE SEPTIEMBRE DE 1898Nos instalamos en el fatídico día. Amaneció amenazador el 11 de septiembre. Las cíclicas borrascas de verano se resentían al contemplar un cielo cargado de negros nubarrones. La tormenta, desplazada en sentido nordeste a través de la península, arrasó todo lo que encontró a su paso. El pueblo de Consuegra (Toledo) -el más castigado: perecieron alrededor de 400 personas-, Valencia, Albóx, Adra y distintos núcleos costeros y del interior la sufrieron con inusitada dureza. A las ocho de la mañana un espectacular aparato eléctrico sirvió de preludio. Truenos ensordecedores y las preñadas nubes descargando agua con violencia sobre la capital. Tres horas de infierno en que los pluviómetros de la época contabilizaron 158,3 litros (para hacernos una idea debemos valorar que la media registrada por año es de 250 litros). La trama urbana viaria (conformada por un abanico de calles con trazado descendente de considerable desnivel), sumada al déficit de infraestructuras públicas hizo que se colapsase el centro y aledaños. Por Poniente, las bajantes de La Chanca, calles La Reina, Real, Regocijos, Gran Capitán, Alfareros y Cruces concluían en la Puerta de Purchena; desde ahí, las aguas, buscando su salida natural al Puerto y playas, prosiguieron por el Paseo del Príncipe, Torres, Hileros (Obispo Orberá), Tiendas, etc. A Levante, en el pilar de “los Arquitos” (limítrofe al Barrio Alto), se reagrupaban las ramblas de Iniesta, Amatisteros y Belén para continuar por el tronco común del antiguo cauce (auténtico espinazo divisor de la ciudad). De aquella dantesca jornada quedaron en el folklore unas coplillas populares:
La rambla de Amatisteros le dijo a la de Belén:
agárrate prima hermana que yo te acompañaré,
cuando las aguas estén claras.
Se cogieron de la mano y atrancaron a correr;
se han llevado el Barrio Alto y la calle San Miguel.
Gracias le demos al cielo que la nube fue de día,
si llega a ser de noche fenece toda Almería”.
Las caóticas escenas se sucedieron: personas, animales y enseres arrastrados por las torrenteras; gestos heroicos de socorrismo y salvamento; capas de barro y lodo cubriendo las calles de Las Tiendas, Méndez Núñez o Teatro; derrumbamiento de viviendas humildes en los barrios Nuevo, Alto, Grillo, Pescadores y Almadrabillas. Edificios públicos y religiosos afectados: Asilo de las Hermanitas de los Pobres y convento de la Compañía de María; ruina doméstica e industrial: Talleres Oliveros, tendido ferroviario de Sierra Alhamilla y Fábrica del Gas. Desolación y muerte civil. Mis palabras son pálido reflejo de los relatos insertados puntualmente en la prensa diaria
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Prontamente se activaron recursos solidarios por parte de la Administración: Diputación Provincial (aportación en metálico a distintos municipios) y Ayuntamiento. En reunión urgente del Consistorio, convocada por el alcalde Francisco Jover, se determinó la pronta entrega de 2.000 bonos de comida para la Casa Asilo; elaboración de una lista de afectados (previendo indemnificarlos cuando las circunstancias presupuestarias lo permitiesen), obras de limpieza y saneamiento, y reactivación del proyecto de un nuevo diseño del cauce. Tengan en cuenta que tras las riadas de 1871 y 1888, el arquitecto municipal, Trinidad Cuartara Casinello, había elaborado en el mes de marzo4 las líneas maestras de realineamiento del eje de la Rambla, alejándolo unos 500 metros del centro urbano. Dicho proyecto no fue atendido en su momento por parte de las autoridades locales y nacionales.
En todo el país se produjo un movimiento de solidaridad. Abrióse una “Suscripción Nacional” en la que llegaron a recaudar 4.260.000 pesetas (colecta encabezada por Alfonso XIII, la Reina Regente, familia Real y destacados miembros del Gobierno). Si España entera se sensibilizó, es justo resaltar el protagonismo de la Asociación de la Prensa de Madrid, ya que a sus expensas se construyó la escuela y ermita de San Antonio (en los Molinos de viento) y, singularmente, el barrio de La Caridad: complejo de casas modestas para los más desprotegidos. Una deteriorada lápida lo recuerda:
“Edificado por la Prensa de Madrid, a favor de los inundados en el 11 de septiembre de 1891, y en terrenos cedidos por los herederos de D. Joaquín Cañadas; bajo la dirección de los arquitectos D. Enrique López Rull y Trinidad Cuartara Cassinello y formando la Comisión Ejecutiva los directores de La Época, El Globo y El Liberal. Puesta la primera piedra el 26 de noviembre de 1891; terminando las obras el 28 de marzo de 1892”.El Obispado se sumó en ayudas materiales a los afectados. Esta institución fue gestora de unas humildes viviendas en la calle de Las Mercedes -aledaña a la Plaza de Toros-.
A instancia del presidente del Consejo de Ministros, Antonio Cánovas del Castillo, la Reina Regente rubricó el 18 de septiembre del año en curso un Real Decreto por el que se creaba la Comisaría Regia
5 , encargada de las futuras actuaciones. A su frente figuró, en la primera etapa, Ventura García Sancho, marqués de Aguilar de Campóo. En la segunda, según R.D. de 21 de septiembre de 1893 firmado por Práxedes Mateo Sagasta y sancionado por María Cristina de Habsburgo-Lorena, García Sancho es relevado por Manuel de Eguilior y Llaguno (ex ministro de Hacienda, y marqués de Albóx desde 1905)
6. A él se debe una voluminosa “Memoria”
7. El mezquino proyecto de encauzamiento de la Rambla
8 fue dirigido por los ingenieros Javier Sanz y Larumbre y Valero Rivera y Llanas (jefe provincial de Obras Públicas), auxiliados por Luis Olanda, Francisco Albacete, Antonio Gómez y Francisco Tortosa. El encauzamiento, trazado y contención de las cabeceras de las ramblas de Alfareros, Belén, Iniesta y Amatisteros se demoró de 1894 a 1897, sufragándose -incluidas obras en las restantes provincias, tal como detalladamente expresa la “Memoria”- con lo recaudado en la Suscripción Nacional.
LA ESTATUA SE SUBE AL PEDESTALCaridad, caridad. Fue la palabra repetida en boca de todos: concentraciones ciudadanas, proclamas públicas, telegramas al Gobierno o editoriales en Prensa de este tenor:
“¡Caridad para los desgraciados! La miseria de Almería no tiene límites ¡que invierno nos espera! Que desesperado porvenir el de tantas familias como han perdido su hogar; sus medios de subsistencia y sus enseres. Almería está de luto. España entera ha de fijar sus ojos compadecidos en éste su mísero rincón. A todos pedimos ¡Caridad, Compasión
y Protección!”.La idea de erigir el monumento partió de La Crónica Meridional, argumentando el periódico que Almería era huérfana de ornamentos callejeros, y que la primera estatua debía hermosear la Plaza Circular. El tema fue retomado por la Comisaría que “consideró natural que de dichas obras de encauzamiento quedase una mención especial que recordarse el hecho a futuras generaciones”. Javier Sanz se lo había comunicado a Manuel de Eguilior, dando éste el visto bueno “siempre que fuera modesto y no distrajese sensiblemente los fondos que gestionaban(...) En efecto, por comunicación de este inteligente funcionario se me hizo saber que, estudiados sobre el terreno los parajes en que podía colocarse convenientemente el pequeño monumento le había parecido el mejor sitio el de la escalinata de la Plaza Circular; que hablando confidencialmente con el arquitecto provincial, D. Enrique López Rull, éste no sólo aprobó la idea, sino que deseoso de contribuir por su parte a conmemorar las obras, se ofrecía, desde luego, a formular gratuitamente el proyecto y a dirigir los trabajos en la forma que la Comisaría determinase, y que, poniendo en ejecución el señor López Rull su noble ofrecimiento, le había entregado un avance del estudio”.
Por estas calendas Luis Moya regía el Gobierno Civil, mientras que Guillermo Verdejo Ramírez era Alcalde de una ciudad de aproximadamente cuarenta y cinco mil habitantes de derecho. Por la documentación manejada podemos deducir que la asincronía entre Madrid y Almería era absolutamente manifiesta. Todo quedó bajo el férreo control de la Comisaría, salvo puntuales competencias administrativas del Ayuntamiento. Definitivamente retranquearon el monumento hasta el muro de Poniente: junto a la escalinata de acceso al cauce seco
9 y ante el natural enfado de sus promotores
10:
“Prosiguen los trabajos para la construcción de la estatua de la Caridad en el muro del Paseo del nuevo cauce de la Rambla. A medida que se va realizando el proyecto, que desde un principio combatimos, en vez de irnos pareciendo mejor, lo encontramos más digno de nuestra censura. Es verdaderamente lamentable que por no haber puesto a su debido tiempo nuestro Ayuntamiento los puntos sobre las íes, como vulgarmente se dice, se esté erigiendo un pilar con la figura dando la espaldas a la población, y no se halla conseguido que la obra se realizara en medio de la Plaza Circular, donde el citado monumento hubiera estado más decorosamente enclavado, dándole al mismo tiempo gran ornato al mencionado sitio. ¡Cosas de Almería!. Pero no será por falta de advertencia de la Prensa, porque en todo aquello que es de interés público estamos siempre en la brecha, como si fuésemos misioneros, consiguiendo las más de las veces lo del negro del sermón, que por sabido se calla”.La particular cruzada de La Crónica arreciaba desde bastante antes del 10 de noviembre de 1897 -colocación de la primera piedra-. Me permito extractar un muestreo harto significativo de lo publicado ese año. Planteamiento con el que, además, estaba de acuerdo un amplio sector ciudadano:
“... Don Enrique López Rull ha hecho un bonito dibujo para que más tarde se lleve a la práctica en la llamada Plaza Circular, sitio indudablemente más apropiado para que este monumento, con el ángel alado de La Caridad, recuerde a las presentes y futuras generaciones (...) Hemos visto el croquis de dicho monumento que tendrá una elevación de siete metros de altura y que está formado por un bonito basamento debido a D. Enrique López, cuya terminación se corona con la estatua de la Caridad, sosteniendo en su mano un pliego donde dice “Suscripción Popular” y acogiendo con la otra mano a dos huérfanos, debido este último dibujo a D. Carlos López Redondo”. (...) Como nosotros dijimos hace mucho tiempo, el sitio adecuado y a propósito es la llamada Plaza Circular y en el lugar que hoy ocupa la fuente, que ni de ornato ni de utilidad pública sirve, con lo cual desaparecería este adefesio de pilón y el monumento daría así vista a los paseos y a la entrada del muelle de Levante (...) ¿En vez de esa fuente tan grande, que de todo tiene menos de este nombre, no hubiera sido mejor colocar la Caridad? ¿Para qué queremos esa balsa, dinero inútil que se gastó el Ayuntamiento en construirla? (...) Si el monumento no tiene riqueza de mármoles y bronce, que se coloque al menos en el centro de la plaza, en el sitio más decoroso y digno (...) Llamamos por tanto la atención del alcalde y de todos los concejales para que, haciéndose intérpretes de los deseos de Almería, pidan atentamente del Comisario Regio, Sr. Eguilior, la construcción en el lugar indicado y no adosado a la escalinata del muro (...) volviendo la espaldas a Almería y entonces la rechifla será general. ¡Que haya un adefesio más qué importa a nuestros ediles! (...) La estatua colocada en el centro de la Plaza mirando el Paseo del Príncipe, podría rodearse de unos bonitos jardines a la inglesa que serían su complemento... ”.Quedó definitivamente encarada hacia el centro de la Plaza, frente al Banco de España y calle Gerona. Sillares de cantería sirvieron de soporte rectangular a una madre (Caridad) sosteniendo un niño en brazos y otro agarrado a la falda que porta en su mano un pergamino en el que se lee “año 1891”. El conjunto escultórico es común a la iconografía universal como reflejo de protección y amor filiar (una espléndida muestra la podemos contemplar tallada en la silla obispal del coro catedralicio que tallase Juan de Orea). En el campo de la tradición oral perdura, vagamente, que correspondía a una familia oriunda de Tahal o Benizalón rescatada de entre el lodo en la calle Las Tiendas. De tal leyenda sin más credibilidad no existe prueba documental alguna que lo avale, ni consta en la hemeroteca o libros del Registro Civil.
Distintos historiadores locales -basados en un material bibliográfico escasísimo- dan cifras imprecisas cuando nos dispares de víctimas. Lo cierto es que difícilmente podrá precisarse el número exacto, aunque bien podría acercarse a la veintena. A los que relacionamos, debemos sumarle cuerpos no identificados “devueltos” por el mar y otros fallecidos en el Hospital Provincial a consecuencia de heridas diversas
11. Si que podemos confirmar el número y filiación de los enterrados en el cementerio capitalino de San José, inscritos en el Registro Civil. En los diferentes asentamientos de “defunción” figura sistemáticamente la leyenda: “A causa de asfixia por inmersión en la riada del 11 de septiembre”. En total diez adultos y cuatro menores
12.