El Giro de Beaufort está inundándose de agua dulce. La NASA ha comprobado como el deshielo del Ártico está aportando una gran cantidad de agua procedente del hielo derretido a esta corriente de agua-hielo del Polo Norte.

Hace unos meses, ya os comentábamos que varios grupos de científicos habían detectado que el Giro de Beaufort se mostraba como una ‘bañera desbordada’, a causa de la entrada de mucha cantidad de agua y hielo casi derretido fragmentado.

Un cambio en las condiciones de la zona que pueden provocar alteraciones en el clima del Hemisferio Norte y de Europa Occidental en particular.

¿Qué es el Giro de Beaufort?

El Giro de Beaufort se trata de una corriente marina rotativa enorme que se mueve al Norte de Alaska.

Hasta el momento ha mostrado un comportamiento predecible: durante una parte del ciclo se acumula allí una amplia masa de hielo marino que se entremezcla agua fría y más ligera.

Esa especie de gran lenteja de hielo espeso y estable parte hacia el Atlántico cada 5 a 7 años, cuando cambia el ciclo del Giro.

Fundamental en el clima de Europa

Cuando el ciclo se invierte y el agua fría y ligera almacenada en el Giro marcha hacia el Atlántico Norteralentiza el flujo de agua cálida de la corriente del Golfo y enfría Europa.

Y ello provoca el Ártico se vuelve más templado y húmedo.

Es decir, como hemos comentado muchas veces, cuando el Ártico se calienta, Europa se enfría; ya sea por circunstancias naturales o forzadas por el calentamiento global del Planeta.

Está aumentando el agua dulce

Ahora, la NASA, aprovechando la información obtenida por 12 años de observaciones satelitales, ha medido cómo la afluencia  de agua fría y dulce está afectando el Giro de Beaufort.

Los científicos han cuantificado cómo esta corriente circular ha equilibrado precariamente una afluencia de cantidades sin precedentes de agua fría y dulce, lo que debe influir a corto o medio plazo en las corrientes en el Océano Atlántico y enfriar el clima de Europa Occidental.

Un cambio a partir de 1990

La NASA ha constatado que desde la década de los años 1990, el giro ha acumulado una gran cantidad de agua dulce, en torno 8.000 kilómetros cúbicos lo que se debe al aumento de la tasa de derretimiento de la banquisa ártica en los últimos años.

Además, la persistencia de los vientos del oeste también ha arrastrado la corriente en la misma dirección durante todo este tiempo, acentuando más si cabe la velocidad y extensión de la corriente en el sentido de las agujas del reloj, lo que imposibilita que el agua dulce salga del Océano Ártico.

Los estudios climáticos aseguran que tal persistencia del viento del Oeste no es habitual y que los ciclos cambian de dirección cada 5 ó 7 años.

¿Y si cambia la dirección dominante del viento?

Si eso ocurriera estaríamos ante un evento crítico, ya que se invertiría la corriente y se liberaría una gran cantidad de agua dulce al Atlántico, incidiendo de forma clara en la corriente del Golfo, que se encarga de templar el clima en el viejo continente, paralizándola y provocando inviernos bastante más fríos en Europa Occidental.

Precedentes recientes

Y no estamos hablando de ciencia ficción.  Este comportamiento ya ha ocurrido, en los años 1970 cuando el contenido salino de Atlántico Norte disminuyó bruscamente

De hecho, los datos indican que casi la mitad de los inviernos más fríos habidos entre 1950 y 2010 se produjeron durante esa anomalía.