Imagen infrarroja de la borrasca «Braer», localizada en las cercanías de Islandia, el 10 de enero de 1993, 18 UTC. Crédito: EUMETSAT.

Cuando aún resuena el eco de los efectos de la profunda borrasca «Ciara», mucha gente ha vuelto a preguntarse cuál ha sido la borrasca más profunda jamás formada en el Atlántico. Pues, hasta la fecha de hoy, se trata de la borrasca «Braer». Alcanzó su apogeo durante el 10 de enero de 1993 y su presión mínima consiguió bajar hasta los 914 hPa (oficalmente).

En esta entrada te vamos a hablar un poco de ella. Destacan las similitudes de los patrones atmosféricos que se daban durante su formación, y las que se están dando estos días. Precisamente también, con la formación de profundas borrascas, aunque no tanto como lo fue Braer. La última, la borrasca «Ciara», consiguió alcanzar los 929 hPa de presión mínima en su centro hace unos días.

Un caso extremo de procesos de ciclogénesis explosiva o bombogénesis

La borrasca «Braer», todo un ejemplo de bomba meteorológica, se formó a partir de un proceso de ciclogénesis explosiva muy intenso.

El origen de esta borrasca estuvo en una región depresionaria que se formó frente a las costas de la Isla de Terranova, al otro lado del Atlántico. Este germen depresionario comenzó a germinar sobre un frente frío, en una zona de fuertes contrastes térmicos en la superficie del océano. Tras diversos estudios científicos, se ha determinado que los procesos de ciclogénesis que ocurren en estas zonas, son mucho más intensos.

De este modo, germen depresionario terminó originando una borrasca de 1008 hPa el día 8 de enero. Y, dos días después, mientras aceleraba en su movimiento de traslación hacia el este, y en su proceso de profundización, la presión caía hasta los 914 hPa.

La mayor tasa de profundización se alcanzó en el momento en que coincidieron tres ingredientes clave, según los estudios a los que hemos tenido acceso:

  • Fuerte gradiente térmico horizontal de la temperatura de la superficie del océano en toda su ruta de desplazamiento.
  • Una Corriente en Chorro Polar en cuyo seno se midieron vientos de 440 km/h (y eso que hemos estado alucinando con los 425 km/h que se han alcanzado estos días…).
  • Y, posiblemente, procesos de amplificación relacionados con la liberación de calor latente por la poderosa convección que se desarrolló tanto en su descarga fría como en el centro de la baja (ciclón ártico, huracán ártico).

Recordando qué es una ciclogénesis explosiva…

Se trata de un tema recurrente cada año, cuando nos encontramos inmersos en la temporada de formación de profundas borrascas invernales en el Atlántico Norte, por el uso frecuentemente incorrecto y sensacionalista que se les da a estos conceptos, todos ellos referidos al mismo proceso meteorológico.

Una ciclogénesis explosiva o bombogénesis es un proceso meteorológico por el cual se forma una borrasca muy profunda en un periodo de tiempo relativamente corto.

Es decir, la borrasca que se forma a partir de este proceso sufre una caída de presión, o profundización, muy significativa en un periodo de tiempo relativamente corto.

Bomba meteorológica

Y la borrasca así formada puede recibir el nombre de bomba meteorológica, como la están denominando fuera de nuestro país, weather bomb. Incluso también se admite el de ciclón bomba o bomb cyclone.

De forma más técnica, existen criterios para evaluar estos procesos, y así poder identificarlos correctamente.

Se trata de valores umbral para poder definir un proceso de ciclogénesis como explosiva: Sanders-Gyakum (1980) las definieron como aquellas en las que la caída de la presión central en superficie en un periodo de 24 horas, es superior a 24 • senα / sen60, siendo α la latitud promedio del centro de la baja durante ese periodo (18 hPa / 24 horas, para 41º), siendo igualmente válidos, múltiplos de este ratio, es decir, la mitad del valor obtenido, para un periodo de 12 horas en vez de 24.

Otro criterio similar es el Carlson (1991), que establece un valor de 12 hPa / 24 horas, para 45º de latitud, siendo estos umbrales referidos a ciclogénesis atlánticas.

Borrasca «Braer»: fenómenos meteorológicos adversos, y ejemplo de por qué se debería poner nombre al temporal y no a la borrasca que lo origina.

La magnitud del temporal de viento y mar que puede originar una determinada situación meteorológica relacionada con bajas extratropicales, siempre viene relacionada con su interacción con un potente anticiclón cercano.

Esta es una de las principales diferencias entre un ciclón tropical y una borrasca tropical. Mientras que en el primero, los vientos más intensos se dan cerca del centro, formando un donut, en las segundas se producen bien lejos de este. Y, además, son asimétricos.

Los 914 hPa de presión mínima alcanzada por la borrasca «Braer» son equivalentes, NADA MÁS Y NADA MENOS, que a un huracán ¡¡de categoría 5!! si hablamos de la cuenca del Atlántico Norte. Y sería un huracán que podría desarrollar vientos sostenidos por encima de los 135 nudos (250 km/h).

La diferencia de presión atmosférica entre el centro de la borrasca «Braer» y un anticiclón de 1040 hPa sobre la Península Ibérica resulta en un gradiente de unos increíbles 126 hPa. De este modo, se formó una auténtica autopista de vientos con fuerza de tempestad desde Terranova hasta España. Dentro de esta extensa área, también se desarrollaron vientos con fuerza de huracán ocupando amplias zonas de la misma.

Y este fenómeno se dio a 280 km del centro de la borrasca «Braer». Tal circunstancia, como otras en que los fenómenos meteorológicos adversos (FMA) más significativos, se dan bien lejos del centro de la borrasca, lleva a que pensemos de forma idéntica a como lo hace nuestro amigo Ángel Rivera, Meteorólogo Jubilado de la Agencia Estatal de Meteorología.

¿Por qué se la llamó borrasca «Braer»?

Gracias al fantástico archivo de casos de estudio de EUMETSAT, hemos sabido que ese nombre procede de un petrolero que encalló en las rocas de Shetland. Se trata de un grupo de islas situadas entre las Feroe, la costa del suroeste de Noruega, y Gran Bretaña.

Debido al accidente sufrido por el petrolero, se produjo un devastador vertido de petróleo al océano. Se constituyó en un auténtico desastre medio ambiental y que tuvo repercusión internacional.

El barco transportaba casi el doble de la cantidad de petróleo crudo que estaba a bordo del Exxon Valdez cuando encalló en Alaska en 1989. El Braer finalmente se rompió por completo durante la tempestad posterior del 10 al 11 de enero de 1993 (originada por la borrasca que tomó su nombre) que estableció un registro de baja presión central de 916 hPa (confirmado) para el Atlántico norte (913 hPa declarado) y que es la presión media más baja registrada a nivel del mar en el mundo fuera de las tormentas tropicales y los centros de tornados.

Las dos lecturas barométricas más bajas registradas en el Océano Atlántico se produjeron en los años ochenta y noventa del siglo XX. El primero fue el ciclón atlántico del 15 de diciembre de 1986, que se intensificó a 916 hPa, y el otro fue la tempestad del 10 al 11 de enero de 1993, que está mucho mejor documentada.

De acuerdo con Gulev et al. (2001), los ciclones de invierno del hemisferio norte se han intensificado y producido presiones centrales más profundas en el nivel medio del mar en las últimas décadas. Sin embargo, estos ciclones de invierno también parecen tener ciclos de vida más cortos y se disipan más rápidamente.

Similitudes entre los patrones atmosféricos de entonces y los de estos días, con la borrasca «Ciara».

Las similitudes se hacen evidentes comparando los mapas de entonces, y los de hoy en día, enfrentados en el tuit superior. Se da la particularidad de que, ayer, se registraba un valor récord del Índice de Oscilación Ártica, en fase positiva.

El hecho de que los índices AO (Oscilación Ártica) y NAO (Oscilación del Atlántico Norte) muestren una fase positiva tan intensa, está relacionado con un vórtice polar estratosférico muy robusto e intenso. Y, a su vez, se relaciona con una Corriente en Chorro Polar muy intensa y la formación de intensas y profundas borrascas extratropicales, como lo fue la borrasca «Braer», como lo ha sido la reciente borrasca «Ciara», y como pueden serlo las próximas que ya modelizan los modelos.

Con las previsiones de un reforzamiento mayor del Vórtice Polar Estratosférico, no es de extrañar que asistamos al nacimiento de borrascas que puedan rivalizar con la borrasca «Braer» de 1993… Tiempo al tiempo.

El modelo americano GFS / NCEP ya está generando la formación de un ciclón extratropical que podría alcanzar una presión atmosférica mínima central de unos 918 hPa. Por lo tanto, mientras el tiempo sigue aburrido en España como corresponde a estos patrones atmosféricos tan característicos y bien estudiados, no perderemos atención sobre la fábrica atlántica de borrascas extraordinarias.