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Imagen visible de la profunda borrasca en proceso de ciclogénesis, a partir de los restos de la tormenta tropical Henri, 15 septiembre 2015.

Un año más, aunque esta vez antes de tiempo, la expresión ciclogénesis explosiva está en boca de todo el mundo. Sin embargo, cuando escuchas hablar de ella a alguien y le preguntas si sabe qué es… esa persona se queda con cara de bobo, con descripciones para todos los gustos, y he aquí el problema: se habla de algo sin explicar correctamente en qué consiste.

En primer lugar ha de constar que, lógicamente, nuestra crítica no va dirigida a quienes no saben qué es una ciclogénesis (ya sea normal, rápida o explosiva) ¡faltaría más! Va dirigida al uso sensacionalista que se le viene dando desde que la expresión entrase en las redacciones de noticias cual elefante en una cacharrería.

Leer o escuchar titulares tales como «una ciclogénesis llamada Henri» o «se acerca una ciclogénesis a tal lugar», etc., chirrían al oído; provocan auténtica dentera.

Lo que más nos apena es que si los medios de comunicación de masas conocen estos fenómenos es gracias a portales como Cazatormentas.Net, que se preocupan de divulgar y comunicar la meteorología de una forma rigurosa y fácilmente asimilable a partes iguales para todos los públicos o, al menos, para un amplio sector de la población.

No es de extrañar que, entre esto, y el tratamiento que estos medios dan a los términos de avisos y alertas, cuando nos enteramos de que las agencias meteorológicas del Reino Unido (Met Office) e Irlanda (Met Eireann) van a poner nombres a las borrascas durante este próximo otoño e invierno, nos echamos las manos a la cabeza.

Un año más aquí estamos, David contra Goliat, para intentar que la expresión se utilice correctamente: y la tarea no es fácil, cuando incluso durante la tarde de ayer, los que formamos parte de este mundillo (hombres y mujeres del tiempo, meteorólogos y aficionados) no conseguíamos ponernos de acuerdo tampoco.

El punto de partida está en la necesidad de separar ciclogénesis de borrasca, porque ciclogénesis es un proceso y borrasca es el resultado de ese proceso. Por lo tanto, los titulares deberían de hacer referencia a la aproximación de una profunda borrasca, y no a la aproximación de una ciclogénesis.

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Modelos conceptuales (a, modelo noruego; b, modelo de Shapiro-Keyser) de ciclogénesis.

Esta figura muestra los dos modelos conceptuales de ciclogénesis, que hacen referencia a la formación de una borrasca o profundización de una ya existente. Si esta profundización se realiza de forma muy rápida, y cumple un valor umbral que depende de la latitud en la que ocurre, entonces recibe el adjetivo de explosiva (esto nos lleva a pensar en si los procesos de ciclogénesis que están teniendo lugar ayer y hoy, han sido lo necesariamente rápidos para calificarlos de explosivos… porque hay muchas dudas de que así sea).

El problema para hacer esta distinción entre proceso (ciclogénesis, explosiva) y el resultado de este proceso (borrasca, profunda) surge de la propia definición de ciclogénesis explosiva dada por Sanders y Gyakum en 1980, los padres de la criatura.

En dicha definición  se usan, indistintamente, las expresiones ciclogénesis explosiva, bomba meteorológica o bombogénesis, de modo que no aclara si es correcto llamar ciclogénesis explosiva a la profunda borrasca.

No obstante, quizás es ver problemas donde no los hay, porque basta con acudir a la etimología de la palabra ciclogénesis:

ciclogénesis: ciclo(n) + genesis, formación de un ciclón

El adjetivo «explosiva» solo hace referencia a que el proceso se realiza de forma muy rápida, cumpliendo un valor umbral obtenido a partir de una sencilla ecuación matemática. Así, la expresión de «bomba meteorológica» podría ser reservada para la profunda borrasca que se ha generado a partir de este proceso, y la de «bombogénesis» como sinónimo de «ciclogénesis explosiva».

En definitiva, los telediarios y servicios de la información en medios de comunicación de masas deberían ser mucho más cuidadosos y/o meticulosos a la hora de utilizar conceptos, términos y expresiones al hacer referencias a fenómenos meteorológicos y/o situaciones meteorológicas de riesgo, porque hay menos de un paso de la información a la desinformación.

El tema es incluso más sangrante cuando existente tantísima gente preparada, fuera y dentro de estos medios de comunicación, que podrían asesorar a las redacciones de noticias, asegurando así el rigor informativo y no el más puro sensacionalismo.

Más errores…

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Pero los errores no acaban aquí. Incluso el Departamento de Meteorología de la Universidad de Berlín, famosa por poner nombres a las borrascas y los anticiclones, previo pago de una cantidad de dinero que arranca en los 200€, también ha cometido hoy un flagrante error.

Si observamos la figura superior, vemos dos análisis de superficie: el de la izquierda, de ayer; el de la derecha, de hoy.

En el primero, podemos observar a ex-Henri, que es la baja que durante el día de ayer sufrió el proceso de ciclogénesis, y a otra borrasca detrás. En el segundo, solo aparece ex-Henri, como si las dos borrascas de ayer se hubiera fusionado en una sola, lo cual es rotundamente falso.

Sucesión de las dos borrascas que nos están afectando, ayer la primera, hoy la segunda.

Ex-Henri penetró en Francia a última hora de ayer, y se perdió por el interior europeo perdiendo su identidad, mientras que la otra borrasca ha permanecido independiente y hoy se encuentra afectando de nuevo a muchos puntos del norte peninsular.

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En el foro de debate encontrarás el hilo de seguimiento donde se está dando cobertura a los efectos de ambas borrascas sobre nuestro país.